Unidad 3

Contenidos culturales I
1. ¿A qué llamamos cultura?



2. Lengua y cultura
Lee estos ejemplos extraídos de  auténticos intercambios comunicativos extraídos de la vida cotidiana y comenta la relación que existe entre lengua y cultura:
  • Deje, deje. Esto lo pago yo.
  • Vivo en Velázquez, 34, 1º, 2ª
  • Podríamos tutearnos, ¿no?
  • ¡Qué monada! Se parece mucho a ti, ¿verdad?
  • Éste es Carlos, el padrino de mi hija. Es un primo segundo mío.
  • Oye, perdona la indiscreción, pero es que tengo un problema en el trabajo y necesito saberlo… ¿Tú podrías decirme aproximadamente cuánto gana una persona como tú?


3. ¿Cómo presentamos la cultura en el aula?
•   El  componente  cultural debe  considerarse  un  componente  más  de  la  enseñanza  / aprendizaje de lenguas extranjeras.
•   Las reflexiones docentes deben aplicarse también al terreno de la cultura para verificar si aquí también resultan válidas.
•   Una enseñanza de la lengua que tenga como objetivo capacitar al estudiante para ser competente  comunicativamente  deberá  conceder  un  papel  esencial  al  componente cultural  como  un  elemento  indispensable  e  indisociable de  la  competencia comunicativa.
•   Los elementos culturales no deben tener un lugar apartado en los materiales: todas  y  cada  una  de  las  propuestas  didácticas  que llevemos  a  nuestra  clase  tienen que  estar  conectadas explícita  o implícitamente con lo cultural.
•   La  cultura  que  debemos  facilitar  a  los  estudiantes  no  tiene  que  ser  una  cultura  de estereotipos.
•   El profesor no tiene que convertirse en un especialista de la cultura del estudiante ni en un antropólogo profesional. Basta con que tenga los ojos abiertos ante las dos realidades,  la extranjera y la propia, para mantener una cierta distancia que le permita realizar una reflexión  permanente  sobre  los  aspectos  culturales  que  inciden  o  pueden  incidir  en  la conducta lingüística de sus estudiantes.
•   Los estudiantes deben disponer de información suficiente para conocer qué es lo que se espera de ellos en cada situación de comunicación en la lengua extranjera. Sólo con esa información  el estudiante  podrá, en  cada  caso,  optar  entre  seguir  siendo  extranjero  o adaptarse  a  lo  culturalmente  exigido  o  presupuesto. En  cualquier  caso, es  una  opción que, como individuo, tomará cada uno de nuestros estudiantes. Es conveniente, además, advertirles  de  un  fenómeno  muy  generalizado:  la  tolerancia  de  los  nativos  con  los extranjeros, no  sólo  frente  a  los  errores  de  lengua  sino  también  frente  a  los  modos “distintos”  de  actuar,.  desciende  a  medida  que  aumenta  la  competencia  lingüística  del extranjero.
•   Al  plantearse  qué  estrategias  deben  potenciarse  para  el  trabajo  cultural  en  el  aula,  el profesor  más  que  alimentar,  deberá  frenar  las  inferencias  y  generalizaciones  que  los estudiantes realicen desde su lengua y cultura materna y, a la vez, tendrá que favorecer aquéllas que potencien la autonomía cultural (como la observación).
•   Al  poner  en  contacto  las  distintas  culturas,  la  cultura  meta  y  la  de  los  estudiantes, el trabajo se centrará tanto en las similitudes como en las diferencias.
•   La explicitación y el trabajo comparativo de los “modos de hacer” y entender el mundo, tanto de la lengua y cultura meta como de la propia, debe ser una práctica habitual en clase, única brújula que permitirá orientar al estudiante en el maremágnum de ese nuevo mundo con el que se enfrenta y, además, crecer como individuo, conocer mejor su propia cultura y disponer de herramientas válidas contra actitudes y conductas etnocentristas.
Quizá, de este modo, restituyendo tanto la concepción de la cultura como la de Ia lengua, contribuyamos, de paso, a que los pueblos se entiendan un poco mejor.

(L. Miquel / N. Sans. RedELE, 2004)


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